Algunos bebés presentan en las primeras semanas de vida unos granitos blancos o amarillentos que pueden aparecer en la cara e incluso en la espalda. Es lo que se conoce como acné neonatal, acné miliar o “engordaderas”.
En realidad se trata de pústulas producidas por la acumulación de grasa en los poros de la piel del bebé. Es un mecanismo similar al que provoca el acné juvenil, ya que los granitos los causan hormonas transmitidas por la madre que estimulan la producción de las glándulas sebáceas. No lo confundas con la costra láctea o la dermatitis atópica, que son afecciones cutáneas diferentes.
A pesar de su aparatosa apariencia, debes saber que el acné neonatal no es doloroso, ni pica, ni se contagia entre los bebés ni con sus hermanos. Así que es más una preocupación para los padres que para los pequeños, que ni se enteran de que lo tienen. Tampoco está influido por la alimentación del bebé.
Generalmente, los granitos desaparecen por sí solos en unas semanas. No debes rascarlos, reventarlos ni aplicar ninguna sustancia o remedio casero sobre ellos, ya que podrían dejar marcas en la piel. El mejor tratamiento es mantener la piel limpia y aireada para evitar infecciones. Usa jabón neutro y una esponja suave. Evita también utilizar cremas o lociones grasas en la zona afectada, ya que pueden provocar que aparezcan más pústulas.
En algunos casos, los granitos pueden manifestarse en bebés de seis a dos años de edad. En ese caso, ya no se trata de acné neonatal, sino de acné común. Conviene consultar al pediatra, ya que es un aviso de la posible aparición de acné severo en la pubertad, sobre todo si es un niño.
¿Tu bebé ha tenido acné del recién nacido? ¿Cuánto tiempo le duró?